domingo, 2 de octubre de 2016

Bitácora Porto: Primeras impresiones

Lunes. Una vez instalado en mi apartamento cerca de Praça Marquês, bajo las laderas caminando en dirección al centro antiguo. Porto es más sobrio que Lisboa, me parece. Por las callejuelas un tanto decadentes pienso, al ver a la gente, sobre todo a los estudiantes de secundaria que ya han salido del cole, que Porto es más punk y menos fado. En la fuente de Oliveiras, muchachos y muchachas, todos de negro, fuman y conversan, y a los muros de algunas casas y edificios los cubre el grafiti. Pero ya en las cercanías de la Iglesia del Carmen, o Carmo, los azulejos antiguos de la fachada y paredes laterales me avisan que estoy en una ciudad de muchas facetas. Cerca de allí está la Fuente de los Leones frente a la sede antigua de la Universidad de Porto. A ésta la rodean varias plazas y hasta acá llegan varias líneas de tranvía. Atrás de la universidad hay un jardín con la escultura, en bronce, de una joven campesina portuguesa muy meláncolica. ¿Qué sentiría? Continuando mi caminata sin mapa, veo la Torre de los Clérigos erguirse sobre todo el entorno, y dando algunas vueltas llego a la Livraria Lello. Su frente es llamativo. Pero parece que sus escaleras interiores y balaustradas de madera tallada, inspiraron algunas escenas de unos libracos de fantasía que todo el mundo lee y hasta se hacen películas. Entonces, la librería cobra por entrar. Esto me indigna: ya la gente lee poco y encima una librería cobra ingreso. No jodás. Le hago la cruz a la tal librería. Por suerte al frente hay un parque con muchos olivos que me pacifica. Sigo ambulando y caigo en la grandiosa Praça Liberdade, con edificios neoclásicos. En la parte más alta está el Ayuntamiento, pero las laterales me parecen demasiado llenas de bancos. Mejor busco lo antiguo. Desemboco en la estación de trenes São Bento. Me gusta su fachada, también neoclásica, y su sala principal con murales en azulejo que ilustran la historia de Portugal. Me gustan más las escenas pastorales y pueblerinas, especialmente las de músicos, trovadores y bailarinas, que las de reyes, curas y batallas. Observo un rato a la gente que va y viene en tren. Y decido regresar a Marquês a cenar: salmón asado con una birrita Super Bock. Por hoy he explorado suficiente y he venido a trabajar.

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