Hace un par de madrugadas soñé que me topaba en el barrio con mi vecino Francis. Justo el sábado antes de venirme a Brooklyn, sacando el carro de mi hermana de nuestra cochera, no vi el carro de él mal estacionado en la calle y choqué. Apenas le dí un toque, pero el carro de Anto es como un tanque, y le arrugé el cajón al de Francis. Arreglamos el asunto tranquilos, quedando pendientes algunos trámites del seguro, pero yo me vine con la sensación de haber dejado asuntos sin resolver. Además, ese sábado iba sacando el carro para ir a la Feria Verde de Aranjuez. Me quedé sin ir a comer picadillo de arracache, comprar un instrumento artesanal de percusión que quería, tomar café Taza Amarilla, comer helado de paleta y ver a Jahel para despedirme.
Otro día soñé que desde la ventana de mi casa, no sé cuál ni adónde, veía un humedal de aguas cristalinas, rodeado de selva tropical, y con peces multicolores nadando en el agua. Llamaba a mis papás para que lo vieran, por lo que supuse que estaba en nuestra casa, o alguna otra casa, en Costa Rica. Pero ellos no venían y luego me di cuenta de que era porque no me salía la voz al llamarlos. Me desperté sin poder mostrarles lo que observaba.
Esta mañana soñé que estaba en una función de Panorama desde el puente en el Teatro de la Aduana. En julio y parte de agosto acompañé algunos ensayos y bastantes funciones del montaje de la CNT - Teatro Universitario dirigido por Tatiana de la Ossa. Pero a mediados de agosto me vine a Brooklyn y lamenté perderme las últimas funciones, sobre todo la última. Anto la vio y me contó que estuvo muy emotiva y el público aplaudió de pie. Y Moy me dijo que Tatiana le pidió a los actores que encontraran momentos para despedirse de los otros personajes y surgieron bellos detalles espontáneos.
En el sueño, yo estaba en medio escenario, pero no actuando sino viendo la obra como espectador, así no más, sin preocuparme si estaba estorbando a los actores o al público. Pero de repente Bea, el personaje, se ponía a conversar conmigo y sin mayor transición ya no estábamos en media obra sino que nos íbamos varios caminando del teatro a un restaurante, y Bea ya no era Bea sino Ana Clara, y Edi ya no era Edi, sino Antonio, y así. Pero llegábamos al restaurante y estaba lleno y ya no había mesas ni comida. Y me desperté.
El profeta Daniel interpretaba sueños. ¿Alguien que me interprete los míos?
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