Cuando me voy del campus ya ha oscurecido y tres cuartos de luna brillan en el cielo. Ya he dado tres clases y nadado. Es hora de ir a casa. La noche es fresca y relaja.
Cuando llego a la parada del bus B68 en la intersección de las avenidas H y Coney Island, me encuentro con dos mujeres jóvenes, musulmanas, vestidas con elegantísimas abayas negras de abalorios plateados cubriéndoles la ropa y hijabs también negros a modo de velo sobre el cabello. Una de ellas lleva un litam negro cubriéndole el rostro, lo cual resalta su ojos oscuros y almendrados. Elaboradas decoraciones de henna, con figuras de flores y arabescos, les cubren las manos.
Pasa el B68 y nos montamos. Viene lleno de mujeres musulmanas vestidas elegantemente por la fiesta de Eid al-Adha. Conmemoran la fe de Ibrahim, quien estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac por obediencia a Dios.
Dependiendo de su lugar de origen, las mujeres llevan distintos estilos de ropas. Me esfuerzo pero me cuesta distinguir procedencias específicas. Sin embargo en general reconozco que algunas proceden de la Península Arábica y Oriente Medio; dos señoras, por sus rasgos, me parecen más bien del centro de Asia, quizá de Kazajistán o Uzbequistán; y otras mujeres, con sus hijas, del sur de Asia, sobre todo de Bangladés. Éstas llevan los colores más fuertes y vivaces, pero hay una muchacha árabe que viste una abaya de rayas turquesa, gris, púrpura y celeste impresionante y su amiga lleva un hijab escarlata que parece de seda brillante.
Todas van elegantes y se han tatuado con henna. Todas se bajan en las paradas cercanas a Church Avenue. Cuando el B68 llega a mi nuevo barrio, Windsor Terrace, ya no queda ninguna. ¡Hay días que extraño Kensington! Me gustaría visitar a mi amigo Fatmir, y su familia, para desearles una feliz fiesta. Seguro esta noche celebrarán juntos. A menudo compartían los platillos conmigo.
Mientras camino a casa me pregunto donde estarían los hombres. ¿Quizá a esa hora estén en la mezquita? No lo sé.
Sé que éste es el espíritu de Brooklyn que me gusta, el que me llega y me alegra. En mi corazón les deseo a mis amigos y estudiantes: ¡Eid Mubarak!
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