lunes, 26 de septiembre de 2016

Adoptar una perspectiva portuguesa desde el Cabo da Roca

El Cabo da Roca es el punto más occidental del continente europeo. Nos acercamos al mirador a contemplar los acantilados de la costa y el vasto océano Atlántico. A nuestros pies, allá al fondo del precipicio, el agua esmeralda rompe en oleadas contra piedras negras. El viento sopla fortísimo y parece que podría llevarnos como frágiles hojitas de arbusto enano. El Atlántico se extiende frente a nosotros y nos disminuye tanto que parece infinito. Se entiende por qué la cita de Camões, el padre literario de la lengua lusitana, en el monumento cercano, dice que en ese cabo se acaba la tierra. Quien hace siglos se hubiera parado ahí a contemplar el horizonte donde se confunden mar, bruma y cielo, podría haber sentido que se enfrentaba al infinito desconocido. Me percato también del coraje, rayando en temeridad, que se necesitaba para arrojarse a navegar por los océanos sin saber adónde llevarían.

Mi perspectiva es americana. Suelo contemplar el Atlántico en dirección oriental. Me alucina contemplarlo aquí en sentido contrario, en dirección occidental. Mientras siento el viento erizarme la piel y escucho el oleaje y observo el horizonte desde el Cabo da Roca entiendo también el verso de Fernando Pessoa, en el primer poema de su poemario Mensagem, que dice que Portugal es el rostro con el cual Europa mira hacia occidente. El pasado mirando su futuro. Europa mirando a América. Me enriquece cambiar de perspectiva, mirar con nuevos ojos engarzados en un rostro ajeno.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario