domingo, 16 de diciembre de 2018

Cometa Wirtanen

Hemos conversado sobre el Sol, la Luna y las estrellas. Pero nunca sobre los cometas. Esta noche brilla el cometa Wirtanen en el cielo. Es el más brillante y cercano a la Tierra en veinte años. Pasa a 11.4 millones de kilómetros de nosotros, osea, treinta veces la distancia que nos separa de la Luna. 

Lo he admirado desde San José, hacia el sureste, 45 grados sobre el horizonte. Es un punto blanco muy brillante, con una colita. Quisiera observarlo con vos y preguntarte: ¿Qué te hace sentir?

Wirtanen visto por telescopio (Foto: AP)

sábado, 8 de diciembre de 2018

Amores que renacen: Makibi kazoku

Hay amores que renacen. Como este amor por el Japón. Nunca ha muerto en realidad aunque por momentos se adormece por las presiones de la vida académica o por otros intereses. Pero como todo amor verdadero, basta algún pequeño detalle para que reviva: la melodía de alguna canción, el tono íntimo de alguna conversación, la fotografía de algunas escenas cinematográficas en Tokio o Kioto, el sabor de las bocas asadas y cervezas frescas en una izakaya

Hoy leía placenteramente junto a la ventana de mi dormitorio mientras el sol de media tarde me acariciaba la piel. La luz intensa y dorada iluminaba las hojas de las suculentas y la orquídea, mi familia vegetal. Leía las primeras páginas de Pasajes de Mariela Graciano, novela en estilo de diario sobre una científica argentina que viene de pasante a Nueva York y acaba inmigrando. 

El calorcito del sol me adormecía por lo que, al estilo de Pasajes, me puse a divagar sobre viajes y migraciones. Recordé un pequeño sueño de años atrás: vivir un par de años en el Japón, no sé si en la elegancia y serenidad clásicas de Kioto o el vértigo moderno de Tokio.

Entonces recordé que ya se estrenó la película Manbiki kazoku (Un asunto de familia) del director Hirokazu Koreeda. Cerré las páginas de Pasajes, me abrigué y me fui al cine del Brooklyn Academy of Music a ver la película. Me senté tranquilo en mi butaca y por un par de horas me dejé llevar a las calles de un barrio en los confines de Tokio para conocer las vidas de sus personajes enternecedores y solidarios. Son un grupo de extraños marginales que conforman una familia afectiva aunque no los una la sangre.

De alguna forma, viajé de vuelta al Japón.

Recordé conversaciones con amigues como Dai-san, Ai-san y Mizuho-san, quienes me confesaban que en su sociedad encontraban oportunidades profesionales, mucha exigencia y poco espacio para la ternura, para el ludismo, para el cariño. Creo que mi calidez latina les atraía por eso. Hicimos lindas amistades. Formamos una especie de familia por seis meses cuando viví en Tsukuba. La película me hizo recordarles con aprecio: con Amor que renace.


Solidaridad a la japonesa

jueves, 6 de diciembre de 2018

Amanecer en Tokio: Tokyo Sunrise

Ha sido una semana de amaneceres esplendorosos y de mañanas luminosas y frías en Brooklyn. Cada amanecer, cada mañana, ha sido un renacer a la Vida. 

Tres veces atravesé temprano el Parque Prospect, bordeando el lago, de camino al campus. Cada mañana fue diferente. El lunes predominaban las gaviotas flotando blanquitas sobre el agua grisácea, recordándome con sus voces agudas que el Atlántico está cerca. El miércoles graznaban los gansos, sobrevolando el lago y acuatizando con alborozo en la superficie azulada. Hoy reinaban la paz y el silencio sobre el verde mate del agua. 

El martes, en cambio, desayuné y conversé en un café de mi barrio con la Luna, el Sol y las estrellas, todas reunidas en una sola mesa. Conversamos sobre Lost in Translation, Tokio, Kioto, los viajes, el Amor, la Vida.

Todo esto me ha hecho escuchar en mi mente, y en mi estéreo aquí en casa, la canción "Tokyo Sunrise" de LP, en especial estos versos:

   Some day in the sky 
   we'll see the same sun on the rise, yeah
   Wherever you go
   Far as Tokyo
   I can say
   I'll see you again

   ...
   My love is never gone away   
   It's gonna come around someday   
   I'll see you again

Es una visión esperanzadora para personajes como Bob y Charlotte en Lost in Translation y para los románticos como yo. Dos amantes que se malentienden o se desencuentran, se entenderán y encontrarán, algún día, en Tokio para mirar el amanecer juntos.

Yo me imagino al Sol naciendo e iluminando la bahía mientras dos amantes se abrazan y ella apoya su cabeza en el hombro de él.

  Poesía, tambores taiko y esperanza

domingo, 2 de diciembre de 2018

Haiku de la Luna: Tsuki no Haiku (月の俳句)

Mientras caminaba en la penumbra de este anochecer por las calles mojadas y veladas por la neblina de Brooklyn, compuse un haiku en mi mente:

   Garúa. Niebla.
   Llovizna atlántica.
   Cielo sin Luna.

Pensé en titularlo Tsuki no Haiku (月の俳句) o Haiku de la Luna.

Pero me pareció un poco triste para mi ánimo sereno de estos días. Recordé en cambio dos imágenes de mis visitas de este año al Estado de México. 

En Teotihuacán, las pirámides del Sol y de la Luna se acompañan desde hace casi dos mil años. Miré con gozo a la Luna desde el Sol y al Sol desde la Luna.

Desde la terraza-observatorio en el punto más alto de Tetzcotzinco, el palacio de veraneo de Nezahualcóyotl, hace un par de semanas vi a la Luna aparecer a media tarde en el cielo azul al este mientras el Sol comenzaba a descender al oeste, tiñiendo al cielo de sutiles amarillos y naranjas. 

Al recordar las vistas, compuse otro haiku, pero no con mi mente sino con mi corazón:

   Luna naciente.
   Sol poniente. Amantes 
   en mi corazón.

Al Sol y la Luna juntos en nuestros corazones: ¡Salud! 

Aquí les dejo un Tsukiakari (月明かり) o "Claro de Luna." 

En este caso, es una balada tuyera de Edward Ramírez y Rafa Pino, un dúo venezolano, que cuenta la historia de un encuentro entre un Claro de Luna y un Lucero.

"Tan solo al ver tus ojos caí en la cuenta: te conocía"

viernes, 30 de noviembre de 2018

Amantes en Japón: Asahi (朝日)

Quería dejar fluir el ki (気), osea, mi energía vital o espíritu. Por ello acudí a la sesión de acupuntura hoy. Mientras me relajaba y sentía que empezaba a fluir el , recordé estos versos de la canción "Lovers in Japan" de Coldplay:

  Lovers, keep on the road you're on
  Runners, until the race is run

  (...)
  Tonight maybe we're gonna run
  Dreaming of the Osaka sun
  Oh, oh

  Dreaming of when the morning comes

Imaginé a dos amantes andando su camino, atreviéndose a iniciarlo y perseverando en el trayecto.  El amor los lleva a soñarse juntos en Osaka, donde reciben al amanecer al asahi (朝日), el Sol matinal.

Me complací en imaginar que yo era uno de los amantes en Osaka, con mi espíritu rebosante de bienestar (元気). 

Y me regocijé en imaginar a mi amante saludando conmigo al asahi (朝日).

Salí de acupuntura renovado. Me fui a Koto Sushi en la esquina serena de las calles de Carroll y Henry. Pedí una cerveza Asahi para acompañar a mi almuerzo bento

Bebí la Asahi a nuestra salud: Kampai. カンパイ

Soñando con el Sol del Japón

jueves, 29 de noviembre de 2018

Silencio, Izakaya, Kioto y Amistad

Hay épocas en que me gusta guardar silencio, caminar, observar y sentir en soledad. Por ello me identifico tanto con la escena en que Charlotte viaja sola a Kioto en la película Lost in Translation.

Pero a veces me viene bien, en medio de esas épocas de silencio delicioso y solitario, encontrarme con un buen amigo. Anoche, a pesar del cansancio después de dar clases, nadar y trabajar, fui hasta Japan Society en Manhattan para encontrarme con Greg-san, mi buen compa de las clases de japonés y primer editor de mi libro. No nos veíamos desde el inicio de la primavera. 

Caminamos hasta la izakaya o taberna japonesa Riki. Allí solíamos reunirnos con Alanka-san y Robert-san después de clase. Ahora Alanka vive en Tokio, cerca del parque Ueno, y Robert vive en Hachioji con su familia. Quedamos Greg y yo en Nueva York. Con bocas japonesas -- calamar, pescado y pulpo asados -- y cerveza Kirin, nos pusimos al día. 

Y comentamos por más de una hora esa misma película, Lost in Translation. ¡Greg la ha visto como veinticinco veces! 

Entre muchas otras cosas, comentamos la escena en Kioto cuando Charlotte observa la procesión matrimonial de una pareja con vestimenta tradicional. La cámara enfoca un momento en que el novio le ofrece con cuidado su mano a la novia y ésta se la acepta con delicadeza. A mí toda la escena me alucina y me recuerda la vez que estuve en ese templo en las montañas que delimitan Kioto hacia el este.

Greg me hizo ver que esta escena se ve reflejada después en el bar del hotel en Tokio, cuando Bob le ofrece su mano a Charlotte y ella se la acepta. Es una de mis escenas favoritas. Compartir el placer de algo tan simple pero significativo es señal de una buena amistad.

Nos despedimos en la estación de trenes Grand Central ya cerca de la medianoche. Cada uno tomó su rumbo. Yo regresé a mi silencio tranquilo en Brooklyn, con la certeza de que vivo en el corazón de mis amigues así como mis amigues viven en el mío.
 
"Sola en Kioto" (Observar detalle de la mano al 1:48)

lunes, 26 de noviembre de 2018

Fiesta de agua y viento con Tláloc y Kaze

Tláloc vino a visitarme hoy porque me cayó toda su lluvia encima. Con él llego Kaze pues sus ventiscas me azotaron también.

Después de dar clases y nadar, pretendía venirme del campus de la U a casa pero justo entonces se desató un diluvio atlántico. Tuve que regresar a mi oficina, empapado porque no andaba paraguas cuando empezó a desahogarse el cielo. 

Trabajé un buen rato mientras esperaba a que pasara la tormenta. Se pusó el sol a las 4:31 pm. Media hora después ya era de noche. A las 6:00 pm la oscuridad era profunda. Yo continuaba trabajando y esperando a que acampara. Finalmente me convencí de que debía irme a casa. Me abrigué, agarré el pequeño paragüitas que guardo en mi oficina y salí a la intemperie.

Tláloc, dios mexica de la lluvia, y Kaze, el viento japonés, se encontraron en Ciudad de México, me extrañaron y vinieron a visitarme en Brooklyn. Cantaban y danzaban juntos. Hacían su fiesta de agua y aire para alegrarme.

Me uní a la fiesta. Mientras atravesaba el Parque Prospect con mis pies ya empapados, brincaba de aquí para allá, capéandome charcos y a veces cayendo en medio de ellos. Con mi voz desafinada y mi corazón apasionado cantaba el bolero de Armando Manzanero: 
  
  Esta tarde vi llover, 
  vi gente correr 
  y no estabas tú.

Me detuve junto al lago y lo saludé. El espíritu de Tláloc lo había poseído. El ímpetu de Kaze lo encrespaba. Yo lo admiraba, extasiado y feliz.

Ideograma de Kaze en la Biblioteca Vasconcelos

sábado, 24 de noviembre de 2018

De Tetzcotzinco a San José: Palacios, flora, jardín y jardinero

Hace una semana, caminando por Tetzcotzinco, el palacio de veraneo que erigió Nezahualcóyotl en las afueras de Texcoco, admiré la flora que crece en los cerros semiáridos de la zona. Abundaban los nopales cargados de tunas rojas, las suculentas jade con tiernos brotes amarillos y los árboles de sombra llamados pirules. Nezahualcóyotl tuvo a sus súbditos para construir su palacio y a la Naturaleza para regalarle la flora.

Dentro de pocas semanas estaré de nuevo en mi apartamento en San José. No es un palacio suntuoso sino un espacio sencillo. Pero se ha convertido en un palacio emocional, uno de mis hogares. Allá tengo un jardín pequeño pero hermoso, donde crecen rosales de flores magenta y amarillo, orquídeas de dos especies, enredaderas de pasiflora roja, bougainvilleas veraneras de flor blanca, geranios escarlata y otras plantas. 

No tengo súbditos, sino un Jardinero Fiel que cultiva mi jardín con Amor. Hoy es su cumpleaños. Lo felicité y por él doy Gracias. Soy un bendecido por la Vida. 

Flora en Tetzcotzinco

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Nezahualcóyotl: Fraternidad en Tetzcotzinco

Tetzcotzinco fue el palacio de veraneo mandado a construir por Nezahualcóyotl (1402-1472), el sabio rey de los acolhuas de Texcoco, para disfrutarlo con su reina. Se cree que las piletas de tezontle que aún se conservan en el sitio arqueológico eran sus baños. Un magnífico acueducto transportaba el agua desde manantiales ubicados siete kilómetros al este para abastecerlos. 

También se conserva intacta la estructura del trono de piedra de Nezahualcóyotl, ubicado en la base de un cerro cónico. Ascendiendo el cerro, se encuentra el Patio de los Danzantes y en lo más alto del cerro una terraza que, supongo, fue observatorio del cielo y de los valles alrededor de Tetzcotzinco.

Solitario y en silencio, desde la terraza-observatorio contemplé los valles, la ciudad de Texcoco, el lejano lago de Xochimilco al sur de la Ciudad de México y, en la sierra más distante, la silueta azul grisáceo de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.

El sol de media tarde brillaba intensamente en la bóveda azul. La media Luna ya había aparecido hacia el este.

Me sentí dichoso de tener ese momento de paz y contemplación para mí solo. Se me llenó de gozo el corazón. Pensé en las personas que amo. 

Pensé en Nezahualcóyotl. Muchos poemas suyos, en náhuatl, se conservan hasta hoy y expresan una sabiduría humanista y una sensibilidad por el valor del ser humano y de la naturaleza conmovedoras. A veces, en uno de mis cursos de pensamiento latinoamericano, leemos sus poemas, comentados por el filósofo mexicano Miguel León Portilla. 

Reflexionar sobre esto enriqueció mi experiencia en la terraza más alta de Tetzcotzinco. Quise recordar algún poema suyo pero, aunque recordaba el sentido, no recordaba los versos.

Pero esa noche, ya de vuelta en Texcoco, mi amigo Mafaldo me recitó en español este poema del rey sabio que se expresaba en náhuatl:

  Amo el canto del cenzontle,
  pájaro de cuatrocientas voces,
  amo el color del jade
  y el enervante perfume de las flores,
  pero más amo a mi hermano el hombre.

Y yo amé Tetzcotzinco, su topografía, su flora, sus aves, sus lagartijas, sus grillos, su Luna hermosa frente a su Sol.

Pero más les amo a ustedes, aunque no les conozca. Y más te amo a vos, Luna de mis tardes y de mis noches.

Tetzcotzinco: Vista del cerro, trono al pie y terraza en la cima

domingo, 18 de noviembre de 2018

Las personas me guían: principio peripatético

Son las personas quienes me guían a los lugares que visito. Antes tenía una lista de lugares por conocer, aunque no conociera a nadie en esos lugares. 

Pero desde hace algunos años, sin decidirlo conscientemente, empecé a viajar principalmente para visitar personas: amigues que la Vida me presenta. Es un principio de mi vida peripatética.

Esta vez mi amigo Mafaldo me invitó a una conferencia de filosofía en la Universidad Autónoma Chapingo en Texcoco. Eso me permitió enganchar dos días y medio de investigación en la maravillosa Biblioteca Vasconcelos de la Ciudad de México.  Y antes pude pasar un fin de semana en Guadalajara, donde vive mi colega filósofo Francisco y tres amigas que conocí paseando en Oaxaca: Itzia, Pau e Ili. 

Y así disfruté de nueve días de placer, investigación y filosofía. Todo entre amigues.

Tlaquepaque, Jalisco, de noche (Foto: I.A.)

martes, 13 de noviembre de 2018

México en una laguna

"Guadalajara en un llano, México en una laguna", canta Jorge Negrete, el favorito de mi abuela Luz. 

Pues yo me vine del llano a la laguna, que en realidad está seca. Sólo quedó la gran Ciudad de México erguida sobre la antigua laguna.

Conmigo llegó un frente frío y lluvioso. Acá a veces llueve torrencialmente y parece que Tláloc, el dios mexica de la lluvia, quiere inundar la laguna de nuevo.

Pero aún con lluvia me alegré de regresar a CdMx, esta vez para investigar sobre arte y poesía modernista mexicanas. Aprovecho el acervo de la bellísima y espaciosa Biblioteca Vasconcelos, de acceso totalmente libre y público. 

Ya he aprovechado dos días placenteros y productivos en la biblioteca. He leído, sacado apuntes, escrito, paseado por sus serenos jardines y hasta apreciado arte japonés. Han sido dos días plenos de Vida intelectual y humanista. A CdMx y México las gracias.

México lindo y querido

Bitácora: Dos días en Guadalajara

Llegué a tiempo para desayunar chilaquiles en La Cafetería, en el centro de Guadalajara. Satisfecho con la delicia fui al Museo Cabañas, palacio colonial y antiguo hospicio. En la Capilla Mayor, me deleité apreciando los brillantes murales de José Clemente Orozco sobre la Conquista. Luego caminé a lo largo de la Plaza Tapatía por todo el centro hasta la Catedral y plaza de origen colonial. Me atrajo el colorido de la cúpula y torres de mosaicos amarillos de la Catedral. Este es un Mexico hispano.

Cerca de la sede antigua y céntrica de la Universidad Autónoma de Guadalajara tomé un café con mi colega Francisco, filósofo barbudo vestido de negro con este calor. Fue breve pero cordial el encuentro y nos veremos en abril en Vancouver.

Ya por la noche mis amigas Itzia, Pau e Ili me llevaron al festival de música alternativa 212 en avenida Chapultepec. En la calzada y frente a los escenarios se reunía la juventud tapatía de aire urbano y cosmopolita. En la calzada había esculturas de Catrinas coloridas y coquetas por el Día de los Muertos. Modernidad y tradición.

De allí nos fuimos a Tlaquepaque, pueblo mágico de calles angostas y empedradas y casas coloniales de dos plantas, fachadas coloridas y balcones coquetos. De balcón a balcón y de alero a alero colgaba papel picado multicolor por el Día de los Muertos también. La iglesita y plaza, más chiquiticas que las de Guadalajara claro, se me hicieron simpáticas. Ya casi a las 11 pm picamos: quesadilla de camarones, sopes de marlin y guacamole con atún fresco. Yo acompañé las botanas o bocas con una cerveza Pacífico. Cuando regresamos a Guadalajara, fui directo a dormir.

El domingo la llevé suave por la mañana. Por la tarde las muchachas me llevaron al pueblo mágico de Tequila. Hicimos una visita guiada por la tequilera Orendáin para conocer el proceso tradicional de producción del licor. Degustamos tequila blanco, reposado y añejo, 100% agave, es decir, sin mezclas con azúcares que no provengan del agave azul de Tequila que otorga la denominación de origen al licor. Me gustó el añejo. También probé un licor de café a base de tequila (no de licor de caña) que estaba delicioso. Pero la llevamos relativamente suave y salimos bien de la tequilera a comer en una marisquería del centro del pueblo. Pedimos camarones en aguachile, pargo zarandeado (a las brasas), empanadas de marlin y tacos de camarón. Delicia.

Un señor de casi ochenta años cantaba piezas tradicionales mexicanas para animar el ambiente. Vestía sombrero ranchero y llevaba bigotito recortado. Su potente voz parecía la de Pedro Infante o Jorge Negrete en el auge de su carrera. Como aceptaba peticiones, le solicité "Me he de comer esa tuna" y la cantó. Me alegró. Pensé en una rica tuna.

Luego caminamos por las calles empedradas, algunas aún con la cuneta de desagüe profunda en el medio, al estilo colonial. Los vivos colores del pueblo, acentuados por las calaveras y papel picado del Día de los Muertos, iluminaban el inicio de la noche.

Aún tuvimos tiempo de visitar una tequilera artesanal del siglo XIX y atisbar esculturas de Sergio Bustamante y Leonora Carrington en un jardín.

Regresamos a Guadalajara acompañados por un cachito de Luna. Nos despedimos con abrazos y mis agradecimientos. Y se acabó esta aventura tapatía.

Ay Jalisco no te rajes

domingo, 11 de noviembre de 2018

Guadalajara en un llano

La Vida peripatética y generosa me ha traído a Guadalajara, perla tapatía. Esta mañana de sol refulgente la gente camina tranquila y feliz por el centro histórico. Los paseos arbolados regalan su deliciosa sombra. Yo espero disfrutar el día con mis amigas y amigos. 

Espero compartirles en estos Apuntes y Postales alguna experiencia. Por lo pronto: ¡Feliz domingo! Desde el soleado Jalisco.

Guadalajara en un llano

lunes, 5 de noviembre de 2018

El cielo llora de alegría

Supe que nació Saoirse (Libertad en idioma gaélico) mientras caminaba bajo la lluvia pertinaz hacia la universidad esta mañana. 

A pesar del cielo gris y el frío húmedo, yo iba cantando en mi corazón:

You are my sunshine, my only sunshine.
You make me happy when skies are gray.  

Además iba animado y jovial a dar mis clases. En la clase de literatura conversaríamos sobre el ensayo sobre la amistad de Ralph Waldo Emerson y en la de filosofía americana veríamos el filme Captain Fantastic para luego analizar el experimento anarquista de los personajes. Osea, iba a deleitarme aprendiendo con mis estudiantes. 

Entonces, en plena caminata por la avenida H, veinte metros antes de la estación del tren Q, me entraron al teléfono dos textos de Niall. 

Eran dos fotos: una de la pequeña Saoirse envuelta en una manta, con sus ojos cerrados y sus cachetotes inflados, y otra de Clare sonriendo con su rostro juntito al cachete derecho de su hija Saoirse dormida y Niall acariciándole tiernamente el cachete izquierdo.

Me detuve a mirar las imágenes de felicidad y me brotaron lágrimas de alegría. 

Supe entonces que la lluvia de hoy no era triste: era el mismito cielo llorando de alegría.

Song of the Sea: Filme animado sobre una niña llamada Saoirse

sábado, 3 de noviembre de 2018

Imágenes de una semana otoñal

Contemplar los celestes y amarillos pastel del cielo reflejándose al atardecer en las aguas del lago. Ver tu sonrisa iluminar la biblioteca. Admirar una gaviota tornarse dorada en pleno vuelo al reflejar la luz del sol poniente. Observar un arce de follaje bermejo rodeado de arces verdiamarillos en el parque. Recordar entonces los bosques ardientes de las montañas de Kioto en octubre. Sorprenderme al ver el tono vino tinto del follaje de la hiedra en el jardín. Compartir un pan de muertos y un té en el Día de los Muertos. Ver Lost in Translation y comentarla con el corazón abierto. Imaginar el próximo viaje a Kioto.

Japón en otoño: "Dulce como la miel"

miércoles, 24 de octubre de 2018

Lovely Sunshine, Lovely Moonshine

Mi día empezó un toque mal, en apariencia. Salí temprano de mi casa, caminé hasta la parada del bus y esperé. Normalmente el B68 pasa cada diez minutos, pero se demoró veinte minutos en pasar. 

No me molestó pues la mañana estaba deliciosa para disfrutar al aire libre. Pero cuando me monté al bus e intenté pagar el pasaje con mi tarjeta de transporte público, me di cuenta de que ésta había expirado ayer. El chofer del bus, malencarado, me echó del bus sin misericordia. Y yo que había salido temprano, ya iba tarde a dar mi primera clase en la U. 

Pero no me dejé malhumorar. La mañana otoñal era hermosa, de sol radiante y aire puro y fresco. Decidí atravesar el Parque Prospect a pie, hasta la estación del tren Q donde podía recargar mi tarjeta de transporte. 

Me puse los audífonos y mientras caminaba por el parque y apreciaba el brillo del sol reflejándose en la superficie del lago, escuché la canción "You are My Sunshine": Eres mi luz de sol.

Es una canción folk de Louisiana, de letra sencilla y bella. En realidad es una canción triste, pues es de un desamor, de una amada que se va llevándose su brillo. Pero a mí me alegran estos versos:

  You are my sunshine, my only sunshine.
  You make happy, when skies are gray.
  You'll never know, dear, how much I love you.

Me gustan pues son alegres, agradecidos y amorosos: "Sos mi luz de sol. Me alegrás cuando el cielo está gris. Nunca sabrás, querida, cuánto te amo". No hay lamentos, como en otros versos de la canción. 

Los escuché con gusto al cruzar el parque. Y a fin de cuentas agarré el tren Q y llegué a tiempo a la U. El día me pareció más brillante. 

Por la tarde, en un momento alegre y agradecido, espontáneamente canté esos versos. Y mientras nadaba en la piscina de la U, iluminada por el delicioso sol de media tarde, seguía cantándolos en mi mente. Sunshine, lovely sunshine.

De vuelta a casa, atravesé el parque en dirección opuesta. La luz ya era tenue y el lago aparecía azulado. Me detuve a dar gracias en su orilla pues el día pareció empezar mal, pero en realidad resultó excelente.

Y esta noche, para rematar, la luz de luna llena brilla sobre Brooklyn. Moonshine, lovely moonshine.


Sunshine con imágenes de Sunnyside de Charlie Chaplin

martes, 16 de octubre de 2018

Ladama en Union Pool

Las muchachas de Ladama Project cerraban el domingo su gira de seis meses con un concierto en Union Pool. Las conocí en una fiesta en Brooklyn hace un año medio, escuchándolas tocar en vivo y luego bailando con ellas. Nos hicimos amigues. Y con mi corazón lleno de cariño he visto crecer a su banda y su proyecto social y educativo hasta llegar a culminar con éxito esta gira de su primer álbum, Ladama. Así que asistí al chivo sin falta.

Me encontré con la agradable sorpresa de que la cantante Ana Carmela Ramírez, acompañada por el cuatrista Jorge Glem, abrían con un recital de música folclórica venezolana. Carmela con sus interpretaciones nos llevó a pasear por toda Venezuela, de Maracaibo a Oriente y de los llanos a Caracas. Glem, extraordinario músico ganador del Grammy, la acompañaba con genialidad. Yo quedé alucinado de cuánta belleza podían crear juntos una voz, un cuatro y dos corazones enamorados de la música de su país. Pensé en mi Mar venezolana: cuánto le habría gustado ese recital. Mafer, mi amiga venezolana de Ladama, estaba conmovida al escuchar joropos, sirenas y más, como lo estábamos todos en la audiencia.

Luego fue el turno de Ladama. Lara en percusión, Daniela en tambor alegre, Mafer en la bandola y Sara en voz, guitarra eléctrica y percusión, acompañadas de su excelente bajista Pat, tocaron con más soltura, espontaneidad y alegría que nunca. Se nota que han crecido tanto en su arte y sienten tanta confianza en su capacidad grupal, que tocan cada vez con más libertad. Las variaciones vocales de Sara, los solos de Mafer, los juegos de llamada y respuesta en percusión entre Lara y Daniela y muchos detalles más le trajeron un inusitado frescor lúdico a las interpretaciones de cada uno de sus temas: desde Porro Maracatú hasta Cumbia Brasilera, pasando por Elo, Sin Ataduras y Night Traveler.  

Como siempre, su fusión de géneros latinoamericanos me cautivó. Yo además de disfrutar la excelente música y bailar a gusto, me sentía alegre. La verdad es tenía el corazón lleno no sólo de cariño sino de amor por esas mujeres talentosas y su proyecto musical comprometido con la justicia social, el feminismo y el simple gozo de vivir. 

Cuando terminó el concierto, todos en la audiencia les aplaudimos con entusiasmo y admiración sinceros. Era una delicia estar allí escuchándolas cerrar su gira en su casa, Brooklyn.

Yo me quedé en Union Pool conversando con ellas y luego les ayudé a guardar sus instrumentos y cargarlos en su carro. Me despedí con fuertes abrazos de cada una. Y regresé a casa feliz en el tren de medianoche y pico.

"Cumbia brasilera" en Cali, Colombia

sábado, 6 de octubre de 2018

Recorrido musical por una larga amistad

Escuché a Niall Connolly tocar con su banda en el Rockwood Music Hall después de muchos meses. Chris en guitarra eléctrica, Brandon en bajo, Lenny en percusión y Niall en guitarra acústica y voz me infundieron ánimo vital con su rock independiente. Me había costado recuperar mi nivel habitual de energía después de un fuerte resfriado. Pero su música me revitalizó. Iniciaron con "Sum of our Parts," pasaron por "Brooklyn Sky" y cerraron con "Dream Your Way Out of This One". En medio, repasaron repertorio seleccionado de los últimos cinco álbumes en estudio. Para mí, fue un recorrido por nuestra amistad y por mi admiración musical que ya lleva doce años y continuará. Soy un bendecido de la Vida y su ritmo, melodía, armonía y poesía.

Soñar: Dream your way away

domingo, 30 de septiembre de 2018

Gran alegría vespertina

Andaba de compras por el barrio, enfermo y hecho leña, cuando me encontré con Clare. Me alegré tanto que se me despejó un poco la congestión en toda la cabeza y las vías respiratorias. 

Nos había costado mucho vernos recientemente. Entre su agenda y la mía, sus viajes a las Catskills y mis viajes a Latinoamérica, no habíamos logrado coincidir. Entonces encontrarnos así, espontáneamente, un soleado sábado por la tarde en el barrio, fue un regalo de la Vida. 

Ella andaba un toque cansada después de una larga caminata. Y las alergias le hacían lagrimear los ojos. Yo tenía la voz gangosa, la vista cansada y la cabeza un toque aturdida. Nos reímos un poco de nosotros mismos al encontrarnos frente a frente porque dábamos un poco de lástima. Pero no importaba. Pudimos conversar a gusto por un buen rato. 

Y ella se veía tan linda y feliz con su pancita de casi ocho meses que yo no podía más que sonreír de felicidad por ella y por Niall.

Me contó que sus estudiantes de primaria le han preguntado si tiene un bebé dentro de la panza, si ya fue al médico para estar segura, que cómo se metió el bebé en su panza, qué por qué le crece la pancita y demás curiosidades graciosas de la niñez.

Cuando nos despedimos le di dos abrazos. Y ahora estoy en casa tranquilito, escuchando Bach, completamente congestionado y un toque más aturdido aún. Pero conservo la sonrisa vespertina en mi rostro.
¡Salud!

 
¡Flores, soles y espirales amorosas! (Foto: Duda Araujo)

sábado, 29 de septiembre de 2018

Yotoco: Cumbia brooklynense

¡Hay momentos tan llenos de gozo en la vida! Anoche mis amigues de Yotoco hicieron la fiesta de lanzamiento de su segundo álbum, Brooklynense. Yo andaba cansado y sentía que se me venía un resfrío encima pero no quería faltar. Tenía ganas de festejar con mis amigues esa obra de arte tan rica y sabrosa pa' escuchar y bailar.

Además era el cumpleaños de Sebastián, el líder de la banda y mi buen amigo. Como dijo Nato, su compañera de grupo y de la vida, durante el concierto: "¡Estamos aquí para festejar el milagro que es Sebastián López!" ¡Salud!

Y para rematar, el álbum se titula Brooklynense pues la principal canción es "Cumbia brooklynense", inspirada en uno de los capítulos de mi libro, Loving Immigrants in America. Sebastián escribió la letra en respuesta a lo que escribí en el capítulo sobre el bailar con gente querida como una salida al laberinto de la soledad. Y todos los miembros de Yotoco compusieron la melodía y arreglaron la pieza juntos. 

Cuando tocaron "Cumbia brooklynense" anoche, todos mis amigues me rodearon mientras bailábamos juntos. Me rodearon hasta los compas que conozco un poco menos, como el salvadoreño Maravilla y su esposa y cuñada mexicanas, Evelyn y Pamela, y nuevos amigos que hice anoche de México y Puerto Rico.

Sentí alegría por mis amigues de Yotoco, por toda la gente linda que los escuchaba y bailaba a su ritmo, y por mí.

Yotoco: Nato, Evan, Gabo, Gio y Sebastián

domingo, 16 de septiembre de 2018

Orden restablecido: Tiempo de paz

He puesto mi casa en orden. Mi vida, con sus imperfecciones tan humanas, está en orden. A mi corazón, con sus espinas, heridas y cicatrices, también lo he puesto en orden. Es un órgano resiliente y late fuerte. 

Khalil Gibrán, en El Profeta, escribe que la paz consiste en sentir, aún en medio del dolor o la tristeza, que estarás bien, que saldrás adelante. Esta mañana de domingo, tomando café de Dota en casa y escuchando forró pernambucano, me siento en paz.

Orden natural: Canal entre islas Cocinera y San José, archipiélago Murciélago

jueves, 13 de septiembre de 2018

Tiempo de ordenar

Hay un tiempo para poner tu casa en orden. Y hay un tiempo para poner tu corazón en orden. Este es mi tiempo de ordenar.

Orden natural: recuerdo de Murciélago

domingo, 9 de septiembre de 2018

A bailar con Los Hacheros

Se enfrió Nuyork. Hora de calentar la pista bailando con Los Hacheros. Una ventaja de la vida peripatética es poder agarrar calle y camino cuando surge el momento. Así que p'al Verlaine en el Lower East Side me voy a bailar. ¡Azúcar!


sábado, 8 de septiembre de 2018

¿Eneas? Peripatético soy

Me identifiqué por largo tiempo con la historia de Eneas, el personaje del poeta clásico Virgilio. En la Eneida, los dioses le ordenan a Eneas huir de Troya en llamas. Lo hace con dolor y durante el escape pierde a su amada Creusa. Por años intenta, una y otra vez, fundar una nueva ciudad (fundar su nuevo hogar) en diversos puntos del Mediterráneo de la antigüedad. Cada vez que siente que lo va a lograr, algo le obliga a retirarse, a irse sin rumbo cierto a navegar por el Mediterráneo, e intentar desembarcar en un nuevo destino. En el canto más devastador, los dioses le ordenan abandonar Cartago y obedece con el corazón destrozado, a sabiendas de lo que le sucederá a su amada reina Dido. Pero Eneas, al final, llega a Lazio, funda la Nueva Troya y establece su hogar con Lavinia, el amor decisivo de su vida. 

A mí ésta última esperanza me sostuvo por mucho tiempo. Luego la solté. Entendí que quizá mis ires y venires en la vida no son una Eneida. Son una vida peripatética. De vez en cuando me ilusiono de nuevo al sentir que mi historia sí será una Eneida. Después viene el golpe. Lo acepto. Ya no me tumba el golpe aunque duela. Peripatético soy.

"Eneas" por Bernini, en Villa Borghese

viernes, 7 de septiembre de 2018

Desayuno entre hermanos

"¿Estás en el barrio, libre para tomar un café?", me escribió Niall de improviso. "Sí. Tengo café de Dota en mi casa. ¿Querés venir?", lo invité. Diez minutos después estábamos disfrutando un buen café negro chorreado y poniéndonos al día. Entre sus giras y mis viajes nos hemos visto poco desde mayo. Pero hoy por fin nos vimos, nos dimos un abrazo y conversamos a gusto y a fondo, como hermanos. Me alimentó el alma. Como siempre. Para completar la tertulia, chorreé nuestro segundo café. Me nutrió más aún mi amigo. Por él doy gracias.

sábado, 1 de septiembre de 2018

El ángel W

Cada vez que empiezo a preguntarme "¿qué hago aquí?", aparece un ángel. Esta vez fue W el Aguzado. Exalumno y buen amigo, vino a mi barrio para conversar. Tomamos un café y me regaló un cuaderno para escribir mis apuntes de viaje. Luego tomamos una cerveza y le entregué un libro que Melania Márquez, escritora ecuatoriana, le regaló a través mío. Luego lo invité a mi cuevita y cociné. Entré café, birra y cena, nos pusimos al día, con respecto a la literatura y la vida. Ahora, antes de irme a dormir y pocas horas antes de abordar un camión a las montañas Catskills, siento de nuevo que algún propósito ha servido mi presencia en Brooklyn. W busca nuevos rumbos y puedo allanárselos. Por dicha al menos eso puedo hacer en Brooklyn, como antes tanta gente me ha allanado caminos a mí. ¡Salud!

Cuaderno para futuros apuntes, regalo de W
 

viernes, 31 de agosto de 2018

Respirar aires atlánticos

A veces decaigo un poco. Es parte de la vida peripatética. Pasé semanas en Costa Rica en las cuales me sentí acuerpado y comprendido por mi gente. He llegado a Brooklyn y los malentendidos interpersonales a veces son tan profundos y trágicos que no lográs resolverlos. Dejás de hablar y permitís que el Hado o Fatum dicte el destino que quiera. 

Aún en días como éste, soy consciente de que puedo respirar. Hoy fui a la playa al final de la tarde, caminé descalzo y respiré aires atlánticos. Me sentí vivo. Al atardecer, desde el muelle de Coney Island, di gracias por la playa, el cielo, el mar, el viento, el sol y el aire que respiro, aliento divino.

Atardecer visto desde el muelle de Coney Island

miércoles, 29 de agosto de 2018

Compartir arándanos

Qué delicia es
comer arándanos frescos 
en un caluroso día de verano. 
Pero más delicioso es 
comerlos cuando vos 
los compartís conmigo.

Arándanos silvestres (Foto: J. L. Oyanedel)

martes, 28 de agosto de 2018

Hoja danzando en el aire

Una hojita pendía de un hilo de araña y danzaba en el aire. La encontré en medio del sendero por el que caminaba con mis cinco sentidos esta tarde por Prospect Park. Quisiera haberla visto con vos. Yo desearía ser con vos como el viento gentil que ayuda a danzar a la hojita y es parte de su felicidad. O ser como el hilo que te ayuda a suspenderte en el aire y ser libre.

domingo, 26 de agosto de 2018

Luna oracular

Caminé esta tarde a todo lo largo de Coney Island Beach y Brighton Beach. Gente neoyorquina proveniente de todo el orbe había convergido allí para disfrutar este domingo de verano tardío. Dejé que el sol me calentara y el Atlántico bañara mis pies mientras ambulaba y observaba gente.

Recordé muchos otros momentos felices en ese lugar de convergencia social: a veces disfruté solo, otras veces acompañado por amigues y por un amor que quería nacer.

Me quedé hasta que atardeció y luego salió Luna, plena y hermosa, para brillar sobre el Atlántico. La contemplé y la consideré mi oráculo feliz, anunciándome un año de luz nítida y resplandeciente. 

Luego regresé a casa. Era hora de prepararme. Mañana iniciaré, con mucha energía e ilusión, un nuevo año docente en Brooklyn College. Conoceré a setenta estudiantes en mis tres cursos. Serán nuevas personas en mi vida, ricas en vivencias, con las que podré compartir algunas semanas de reflexión filosófica, literaria y vital. Gracias la Vida porque amo mi labor.

Luna oracular (Foto: S. Cloud)

miércoles, 15 de agosto de 2018

Amor en el hacer

Aprendí a cocinar con amor observando a mi mamá y a mis dos abuelitas. Sin ser gran cocinero, cuando cocino para alguien, o mejor, cuando cocino con alguien, lo hago con amor porque lo aprendí viéndolas a ellas cocinar para sus familias. Y cuando alguien me cocina con amor, agradezco el presente como una gracia divina.

Kahlil Gibrán escribe, en El Profeta, que el trabajo sin amor es un quehacer vano. En cambio, cuando una persona trabaja con amor, se víncula consigo misma, con su prójimo y con la Divinidad. Gibrán no se refiere solamente al trabajo, ni a los quehaceres cotidianos, sino a todo nuestro hacer. 

En la novela Como agua para chocolate, de Laura Esquivel, los platillos que cocina Tita causan tanta emotividad y pasión en los comensales porque ella vierte sus sentimientos en su hacer culinario. Su cocina es sentimiento. Sentir es cocinar. Cocinar es amar.

Hacer con amor. Amor en el hacer. Lo aprendí de mi mamá y de mis abuelitas, Dora y Luz. En la cocina, por ejemplo, han vertido su amor para muchas generaciones de descendientes de los C. M. y los B. Q. Y no solamente en la cocina, claro, sino en todo su sabio hacer, educar, cuidar, guiar, formar y trabajar.

Siempre procuro -- procuramos Xinia, Anto y yo -- agradecerles. Hoy ha sido día especial para hacerlo ante una mesa del desayuno espléndida, servida con amor y disfrutada en familia.

Gracias Ma, Luz, Dorita, por el amor en todo su hacer.

Mesa servida con Amor (Foto: Xinia Campos)

martes, 14 de agosto de 2018

Ideas de madrugada: Lost in Translation

Monté mi sala de cine en mi casita josefina. Estoy proyectando videos musicales y pensando en novelas para incluir en la lista de lectura para mi curso del otoño sobre el amor en la literatura. Como a menudo me sucede, se me ocurrió una buena idea de madrugada. Además de novelas puedo incluir cine. Total, el profe soy yo y a mis estudiantes siempre les gusta el buen cine. ¿Pero cuáles películas? Este video musical, para una canción de Cigarettes After Sex, me recordó la película Lost in Translation. ¿Quizá sea una buena opción? Creo que sí, aunque mucho de mi amor por esta película se debe al recuerdo de mi primer viernes en Tokio. Seguiré pensando. Tengo que decidir antes del jueves para dejar el plan del curso listo antes de irme a Islas Murciélago. Pero qué rico trabajar así de madrugada.

Nostalgias de Tokio

lunes, 13 de agosto de 2018

Oración de bienvenida desde el Bosque de la Hoja

Dije una oración de bienvenida a Costa Rica para quien nos visita. En el Bosque de la Hoja, a una altura de 2500 msnm, contemplaba los reflejos del sol sobre las aguas de una quebrada que bajaba por en medio de la montaña. Observaba también los claroscuros de la luz solar que se filtraba entre el dosel hasta el sotobosque. Por ratos, fantaseaba con las formas de las veloces nubes que pasaban sobre un claro en el dosel. 

Sentí entonces ganas de abrazar y bendecir a quien ha querido venir para estar entre nosotres:

    Que el Amor te bendiga y te guarde.
    Que sus ángeles levanten su rostro sobre vos 
    y te cuiden con su luz.
    Que el Amor alce sobre vos su rostro 
    y te guíe por senderos de paz.

Disfrutá y sé feliz. Que te acojan ángeles.

Reflejos en follaje y quebrada

domingo, 12 de agosto de 2018

Amanecer bailando

Se nos marchaba Astrid de regreso a su doctorado en biología marina en Alemania, así que había que despedirla con una buena fiesta en las montañas josefinas. Yo subí de la bajura puntarenense hasta las alturas hacia el noreste de San José. Otres murciélagues se acercaron de todos los rincones del Valle Central. Y en casa de Coralia armamos una fiesta de antología. 

Empezamos con vinos y boquitas, incluyendo coxinha de galinha y pão de queijo brasileños que trajo nuestra rubia gaúcha Dulce y el ceviche de plátano verde que hizo la misma Cora. Animamos la tertulia con sones montunos y boleros cubanos de fondo. 

Pasada la medianoche salimos al solar y anduvimos cuesta arriba y cuesta abajo entre gallineros, árboles frutales, hierbas y arbustos comestibles. A la una de la madrugada Dalia y Johnny me persuadieron de que me vaya el jueves a la gira a las remotas Islas Murciélago. Me apunté. Una quijotada, lo sé, pero carpe diem.

A las dos de la madrugada estábamos contando historias de apariciones y visiones de seres de otros mundos bajo la luz planetaria de Marte y la lluvia de meteoros. A las dos y pico de la madrugada, todes les quince nos dimos un abrazote de caracol, con Coralia y Astrid en el centro. El abrazo nos llenó el alma.

Antitos de las tres, de regreso en la terraza, empezamos el bailongo. Algunes, les que tenían familia esperándoles, se nos fueron a casa un poquito después. Era el momento decisivo: había que poner excelente música bailable para que la fiesta no perdiera ni un alma bailarina más. Nos repartimos los deberes de DJ. Cada une escogía una pieza por turno. Y lo hicimos de maravilla. Bailamos desaforadamente al ritmo de Sonámbulo Psicotropical, Bomba Estéreo, Ladama Project y similares.

Algunes, incluida Astrid, se fueron a dormir pasadas las cuatro. A ella se le disculpaba porque después de todo tenía que agarrar un vuelo transtlántico a Alemania en poquitas horas.

Cuando se puso más oscuro, poco antes de rayar el alba, todavía quedábamos tres bailando. Había que escoger una pieza apta para cerrar el bailongo. Y como a esas horas ya andábamos en la onda de bailar música de los 70 y 80, pensé que debíamos terminar con una buena balada pop ochentera, como en los bailes colegiales, cuando uno sacaba a la muchachilla que le gustaba para ver si había chance de un buen "aprete", ojalá con besito. 

Tuve un momento de lucidez inusitada: escogí la pieza "Keep on Loving You" pero en versión de Cigarettes After Sex. Estos versos súper recontra cursi nos hicieron reír y disfrutar el fin de la fiesta mientras amanecía:

  I don't want to sleep
  I just want to keep on loving you.

No queríamos dormir. Sólo queríamos seguir amándonos.

Para nosotres

miércoles, 18 de julio de 2018

Luciérnagas en julio

No he visto luciérnagas en La Libélula en esta época pero sé que en el promontorio de Sunset Park y en los bosques y praderas de Prospect Park, en Brooklyn, es tiempo de luciérnagas. Son hijas del verano.

Hoy leí estos versos milenarios de la poetisa japonesa Abutsu-ni: "Quién sabe que en lo hondo del barranco de la montaña de mi oculto corazón, está encendida la luciérnaga de mi amor".

El comentario de Mark Nepo acerca de estos versos, en su Libro para renacer cada día, es incisivo: al escribir su haiku, la autora revela y libera a su luciérnaga. Declara su amor y le permite brillar.

¿Qué sucede con un amor que permanece oculto, sin expresión, en la cañada más profunda y oscura de un corazón que esconde lo que siente? 

Languidece, sin que la persona amada, ni el corazón amante, experimenten el brillante placer de su expresión. Es trágico.

Si sentís amor, dejalo brillar. Al menos eso siento en la paz de La Libélula, rodeado de jardines, vergeles, potreros, arboledas y, en la distancia, montañas. Las luciérnagas brillarán en nuestro verano.

Luciérnagas felices (Foto: Ari Eljarrat Esebag)

lunes, 16 de julio de 2018

De Villa Hermosa a La Libélula

Con el sol cubano en la piel y el frescor, los tonos y el aroma del Caribe aún en mis sentidos, aterricé en mi valle, abracé a mis papás, a mis hermanas, a mis amigas. Amanecí en mi añorado apartamento cuando la luz del alba tropical penetraba mi dormitorio desde mi añorado jardín. Y me vine para acá, a La Libélula de Lagunillas de Tárcoles, con Pa, a tenderme en esta hamaca y escuchar el canto de los botijones y yigüirros. Veo ahorita mismo el atardecer de arreboles sobre el Cerro Turrubares. El sol de mi Pacífico se marcha a iluminar otras longitudes más occidentales. Croan las ranas y tocan los grillos su melodía nocturna. 

Me quedan muchas experiencias mexicanas y cubanas por narrar en crónicas. Tengo conclusiones afectivas, vitales y culturales por sacar. Acá lo haré. He regresado a casa con el corazón rebosante y el espíritu en paz.

Celaje en la bajura

domingo, 15 de julio de 2018

Leyendo en la hamaca de Villa Hermosa

Tumbado en la hamaca de Villa Hermosa de La Boca, escuchando el romance de las aguas del Caribe con la roca de las caletas y mirando las filas verdiazules de la Sierra del Escambray, releí las mil variedades de los amores de consolación de Florentino Ariza en El amor en los tiempos del cólera.  

Abdel y Jazmina, mis nuevos amigos franco-argelinos, una pareja amorosa, me preguntaron qué hacía.

--Trabajar --, dije medio en broma. --Es un placer.

Lo dije medio en serio también. Estoy considerando incluir la novela de García Márquez en mi curso del otoño sobre el amor y la amistad en la literatura. 

Por ratos leí además la edición bilingüe, con traducción al inglés, de los Versos sencillos de José Martí que compré en la librería El Centenario del Apóstol en La Habana. Acá les comparto unos versos y hago mías las palabras de Martí:

Si ves un monte de espumas
Es mi verso lo que ves:
Mi verso es un monte, y es
un abanico de plumas.
Mi verso es como un puñal 
que por el puño hecha flor:
Mi verso es un surtidor
Que da un agua de coral.
Mi verso es de un verde claro
Y de un carmín encendido:
Mi verso es un ciervo herido
Que busca en el monte amparo.

Es hermoso el amparo que ofrecen el Caribe esmeralda y los montes del Escambray.


Mi trabajo es un placer

sábado, 14 de julio de 2018

Sensual paz caribeña

Llegué pedaleando hasta mi caleta favorita entre La Boca de Sanctis Spíritus y Playa Ancón. No había nadie. Desmonté y recosté la bici al horcón de uno de los ranchitos de palma de la playita. Dejé mis chancletas y camiseta disimuladas entre piedras. Pensé en desnudarme pero no lo hice. Caminé hasta la orilla donde el agua esmeralda besaba a las rocas. Aunque la tarde había avanzado, el elevado sol occidental aún abrasaba. 

Entré al agua con suavidad y en silencio. El leve oleaje me invitaba a nadar y juguetear a gusto. Me alejé de la orilla rocosa nadando pecho y me adentré en el Caribe sereno. Cuando ya me sentía distante de la orilla me detuve a flotar, tijereteando con las piernas y trazando círculos gentiles con brazos y manos.

Admiré por un momento el bosque de malinches de frondas engalanadas por flores de rojo coral. Luego giré a mi izquierda y observé en la distancia, más allá de la desembocadura del río Guaurabo, las filas de montañas de la Sierra del Escambray. Conté siete filas: entre más distantes, más oscuro su azul. Las montañas le daban una textura compleja y un toque de monumentalidad natural al paisaje. Giré un poco más y miré hacia el horizonte, donde el azul marino se encontraba con la bóveda celeste. 

Continué flotando. Sin pensarlo, simplemente sintiendo el leve oleaje del mar, mis propios movimientos tomaron un ritmo que sincronizaba bien con el ritmo del Caribe a aquella hora. Me abandoné a mis sentidos: al frescor del agua en mi piel, a la caricia del sol que ya descendía, al olor marítimo y el sabor a sal en mis labios, a los verdes y azules de mar, bosque, sierra y cielo, a los brillos y las sombras de la luz vespertina, al sutil sonido de mis brazadas circulares, a las distantes lamidas del mar en la roca.

En un breve destello de lucidez durante aquel abandono sensual, supe que sentía paz. Pero también intuí que no quería saberlo, solamente sentirlo. En aquel momento solitario de sensualidad sentí bienestar. De mi ser brota un manantial de paz, a pesar de cualquier tristeza o dolor. Sentí que esa paz brota de buena Fuente. Esa Fuente no soy yo, es la Vida, es el Amor. Di gracias y me dejé llevar. Sólo nadé a la orilla cuando el sol ya se sumergía en el horizonte caribeño.

Roca, mar y cielo

jueves, 12 de julio de 2018

Cuba musical

La gira musical por Cuba empezó de forma inusitada en el malecón de La Habana. El sol caribeño se había sumergido en el mar e incendiado el cielo. La luna llena ya surgía sobre una torre del antiguo Castillo de San Salvador de la Punta. A la explanada contigua al castillo se acercó un guitarrista bohemio con pinta de cantautor, estilo Silvio Rodríguez. 

Se llamaba Marlon. Llevaba el pelo largo entrecano recogido en colita. Vestía anteojos de aros redondos de metal y camiseta con el rostro de John Lennon. Tocó tres piezas para una morenita curvilínea y sonriente que andaba cerca: "¿Cómo fue?", "Dos gardenias" y "El cuarto de Tula", en versiones de balada guitarreada. A la morenita no le gustaron mucho. A mí tampoco. Pero bueno, reconocí que lo intentó el nuevo amigo Marlon. 

Conversamos sobre compositores y poetas cubanos. Declamó un poema de Dulce María Loynaz, poetisa que yo no conocía. Aproveché para preguntarle sobre lugares para escuchar música en vivo en La Habana. Recomendó la Fábrica de Arte Cubano. 

Así que p'allá nos fuimos a la noche siguiente y vaya sorpresa: me encontré con el concierto de un ensamble neoyorquino de jazz latino liderado por Arturo O'Farrill. El maestro O'Farrill, ganador de varios Grammys, es mi colega, profesor del Conservatorio en Brooklyn College, y mentor en composición de mi amiga pianista Marlysse. Me sentí un poco en casa al verlo en un escenario de La Habana con sus hijos y el ensamble neoyorquino. Hasta me hizo falta mi amiga Marlysse. Escuchamos a O'Farrill tocar varias piezas en el piano junto con el ensamble. Es un genio y virtuoso. Marlon estuvo de acuerdo con la apreciación, a juzgar por el encantamiento con que escuchaba y miraba el concierto.

A partir de allí, la gira musical por Cuba se puso cada vez más buena. Todavía en La Habana, dimos con sones en vivo en la Plaza Vieja de La Habana, buenísimos para bailar en la calle.

En Matanzas, escuché danzón y vi a parejas de ancianos afrocubanos bailarlo pegaditos en la Casa Amigos del Danzón, mientras un nuevo amigo percusionista, Luis, explicaba que Antonio Failde tocó el primer danzón en la Sala de Conciertos José White de esa ciudad e inventó ese género musical. 

Luis también contó que Pérez Prado, maestro del mambo, era matancero, así como Pedro Knight, el esposo de Celia Cruz. Sí sabía yo que Celia empezó cantando con la Sonora Matancera.

Recorriendo recovecos matanceros, nos encontramos con nueva trova y baladas afines en una Casa Abierta de la juventud revolucionaria. Luego procuramos rumba matancera bajo la ceiba del parque junto a la Catedral de San Carlos. También escuchamos salsa en vivo y bailé bien rico al ritmo de un grupo de Santiago cuyo cantante tenía voz de flauta metálica.

La última noche en Matanzas, en una casona antigua del barrio de Versalles, al que aluden varias canciones interpretadas por Celia Cruz, el mismo Luis compartió su trabajo de producción con el colectivo musical El Almacén. Es innovador y ecléctico. Va de lo clásico afrocubano a las fusiones contemporáneas. Producen música de artistas de toda Cuba y reciben a músicos internacionales para darles talleres.

Para rematar la gira, en La Boca de Sanctis Spíritus, al sur de la isla, una afroantillana candente, Maricela, animó una buena fiesta con salsita también rica pa' bailar.

Cuba musical: esta gira ha sido apenas un primer atisbo. Hay mucho por descubrir. ¿Quién se apunta a la próxima aventura?

 "Bonito y sabroso" 
cantan y bailan el mambo
en la Sala White de Matanzas
(Producción: El Almacén)

sábado, 7 de julio de 2018

Miradas cubanas

He disfrutado música en La Habana y Matanzas, natación en mar abierto, buceo en caletas de fondo coralino, ciclismo entre montañas y costa, y el sabor de pesca y fruta frescas. Pero lo que más he disfrutao han sido las vivaces y cálidas miradas cubanas al bailar y conversar.

miércoles, 27 de junio de 2018

¡A Cuba!

Pa' Cuba me voy. Alegre y feliz embarco. El itinerario: La Habana - Matanzas - La Boca, playita al lado del Parque Natural Topes de Collantes. Intentaré escribir. Si no lo hago durante el viaje es porque estoy contemplando la Luna llena sobre La Habana, escuchando son, montuno y danzón, bailando rumba y bolero, comiendo pesca del día y fruta fresca, nadando en el Caribe o buceando en arrecifes. Y si no regreso a Brooklyn, no se preocupen. Como me advirtió mi guapa Mar caribeña, "el danzón se mete por las venas". Búsquenme en la ruta marítima La Habana - Veracruz. En mi corazón caben muchos amores y pasiones.

Luna llena sobre La Habana (Foto: F. Valverde J.)